Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros.

Escribo esta crónica del B por dos razones, la primera es que me comprometí a ello si me regalaban una tableta de turrón de chocolate Suchard – y parece ser que ayer había una para mi en el club, aunque no la recogí -; la segunda es que me está costando dormir la siesta, y como no se me ocurre nada más soporífero que mi propia prosa, seguro que en diez minutos estoy frito.

Conste que alguien, cuyo nombre me guardo (Fúster, la Ley Orgánica de Protección de Datos no te ampara en este caso), me instó de forma torticera a que me inventara una crónica del A con la única intención de atizarle a Umbral. Me niego a ello, no por principios, de los cuales carezco, ni por respeto a David (si no paga, no obtiene), sino porque yo solo vilipendio a los amigos porque me da la gana, no a instancias (gratuitas, si hubiera habido soborno, otro gallo cantaría) de las fuerzas vivas.

Bueno, al lío. Para que luego otra gente que tampoco mencionaré (Edu Nieto, idem respecto a la LOPD) no me acuse de que mis crónicas no hablan de rugby, empezaré por el resultado. Perdimos por unos cuantos puntos, ni papa del marcador real. El equipo B jugó estupendamente …. no es de coña …. jugaron estupendamente, con orden, con agilidad, de verdad, muy chulo. Además placaron mucho y bien, en particular Gemelo, que sigue igual de tarado que antes. Vamos, que me quedé encantado con el partido.

Perdimos porque los contrarios pesaban mucho y nosotros poco (bueno, matizo, yo en concreto también mucho, pero como no juego, pues eso), y la diferencia de kilos, a igualdad de velocidad (o ausencia de la misma), al cabo de ochenta minutos de aguantar empujones, placar tipos más grandes, etc … se nota en el marcador. Pero eso se soluciona con diez kilos más de músculo por jugador, es decir, pesas, pesas y más pesas. Ibon, tú estás exento.

Me sorprendió observar que nuestro equipo B es una mezcla estupenda de chavales insultantemente jóvenes, y veteranos insultantemente. ………………………………………… Tras la pausa para que las víctimas de la LOGSE y los colegiados del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, yo personalmente, el número xxxxx) pillen la gracieta, no me queda más remedio que hacer una mención especial, the oscar goes to, guayominí duse puan (esta parte es para quienes veían Eurovisión cuando yo tenía pelo), al árbitro del encuentro.

Ese tío es mí ídolo absoluto, quiero un hijo suyo, ¡qué brasa! ¡vaya pelmazo! Lo que hablaba el fulano. A estos árbitros de tercera hay que prohibirles ver la tele cuando ponen partidos de alto nivel (en youtube tampoco les deberían dejar), porque el pájaro estaba convencido de tener que explicar todo a los capitanes durante cinco minutos cada vez que sacaba una amarilla – eh, que sacó unas cuantas – y el pobre Minero se tuvo que quitar el casco porque le habían puesto la cabeza como el pilón de un pueblo de Segovia. 

Comentario aparte la decisión, incontestable por absurda, de pitarle a Gaizka un avant voluntario ¡EN ATAQUE! ¡Y sacarle amarilla por ello! No me digáis que no es genial, lo único comparable es cuando a servidora le pitaron una vez hundir una melé que teníamos a cinco metros de marca contraria y en la que avanzábamos como el Orient Express (por cierto, ayer vi la peli, bastante paradita).

En definitiva, que la única diferencia entre el Escocia-Nueva Zelanda de hace una semana y el partido de ayer fueron siete letras:

La C
La I
La E
La N
La T
La O
La S

Así las cosas, en el partido de la semana pasada se pitaron seis golpes, y en el de ayer, seis CIENTOS. En el partido de la semana pasada se cayeron tres balones, y en el de ayer tres CIENTOS. Y por último en el partido internacional había muchos CIENTOS de aficionados que sabían lo que veían, y ayer, pues menos CIENTOS, concretamente CERO CIENTOS.

Pero felicito al equipo B, que lo hizo todo bien (menos ganar), y les insto a que sigan igual, especialmente porque ellos tienen ficha y entrenan, y los de fuera ni lo uno ni lo otro, y oye, se agradece que el que corra y le duela al día siguiente no sea uno mismo.

JUGARON: Sin duda los que estaban en la alineación inicial, casi con certeza los que salieron del banquillo (pero en este último punto, como en todo, vacilo – si alguien no pilla el doble sentido, que deje de leer ahora mismo).

Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo, tiempo (vale, ya he pillado el doble sentido, puedo seguir).

VILLANO DEL PARTIDO: Gaizka, por hacer avant voluntario en ataque, y además hacerse expulsar, y también por el pelo de artista de Hollywood, que me da mucha envidia. Y Nacho Nieto, por dejarse patillas de tabernero galés.

JUGADOR DEL PARTIDO: Jason Leonard, aunque Olo Brown va ganando enteros (para la semana que viene, jugadores más antiguos).

RECOMENDACION CULTURETA DE LA SEMANA: El musical Aladdin en el New Amsterdam Theatre, en la calle 42, de Nueva York. El actor que hace de genio Major Attaway, sencillamente espectacular. ¿Cómo que no tenéis pasta para ir a verla? ¿Pero yo para quién escribo? ¡Editor, editor, estoy harto del público pobre, a ver si subimos el nivel de una vez, que una es una estrella!

Una cosa más: ayer por la mañana en el gimnasio me dí un golpe con una mancuerna en el pezón izquierdo y me hice un daño que te cagas. Ya sé que no tiene mucho que ver con el partido, pero me ha parecido una información trascendente a los efectos generales de bienestar de los miembros del club.

Ahora sí, me voy a dormir la siesta.

Raquel Meller (cupletista de los años 20 y 30 del siglo XX, nacida Francisca Marqués López, que hay que explicarlo todo, caramba).